Peleas de Abajo, entre la Calzada de la Plata y la repoblación al sur del Duero
Su término municipal alcanza una superficie aproximada de 1.223 hectáreas y sus terrenos corresponden en su mayoría a los más modernos del cuaternario, formado por terrazas y aluviones; sin embargo, hacia el SE del término le alcanzan los niveles inferiores del terciario, concretamente del período Eoceno en los niveles más altos de este período que corresponden al luteciense, formados por areniscas, conglomerados y arcillas. Formando acusados escarpes y pueden seguirse al este del arroyo Valparaíso, sobre todo entre Peleas y Corrales y también al oeste de la carretera. Se caracterizan por una alternancia de materiales detríticos, de finos a muy gruesos, muy compactos, formando escarpes que resaltan por su erosión diferencial y en algunos se señalan muestras de estratificación cruzada. La potencia total de estos terrenos oscila entre los 40 y 50 metros, sus colores predominantes son los pardos amarillentos. En la base de éstos se presenta una gruesa capa arenosa de gran interés hidrológico.
En estas tierras los cereales y las legumbres, junto con la vid, han sido los elementos fundamentales de su economía, y a lo largo de sus dos arroyos el Valparaíso, que corre de SO a NE y el Jambrina que cruza una mínima parte de su término por el este y que van a unirse muy pronto, han sido dos centros de pastos importantes hasta que las nuevas roturaciones y los nuevos cultivos industriales, acompañados por los sondeos, acabaron con esa reserva natural que ha durado siglos.
Su término de forma rara y caprichosa no responde a unas líneas claras y presenta entrantes y salientes variados; en él nos encontramos nombres de viejas raíces, como Valcuebo, arroyuelo que corre casi en dirección del naciente, el Palomar y Trasdeáguila, para seguir por el Partudo y la Vega, bajar el término hacia el sureste por los Cantos hasta los Pascuales y los Barrosos, subir la raya en dirección norte hacia las Canteras y la Puñalada, las primeras vértice geodésico con 777 metros, queda dentro del término, hacia dentro la Cuesta de la Salve y la raya entra hasta el mismo casco del pueblo de Jambrina cortando el pueblo, produciéndose en algunas casas una especie de abultamiento hacia el este que corresponde al despoblado de La Mañana y describiendo una acusada curva vuelve por el Canchal a las Marquesas hasta el arroyo de Valcuebo donde iniciamos nuestro recorrido. Dentro dejamos el Calvario y la Rinconada, todo con referencias a situaciones, límites, características, cultivos o simples relaciones geográficas.
Sus arroyos, el Valcuebo,Valparaíso y el de Jambrina, corren hacia el norte a medida que van adquiriendo mayor entidad como corrientes continuas atraídas por el eje fundamental que limita estas tierras a pocos kilómetros hacia el norte.
El pueblo
Dentro del casco urbano destaca la iglesia últimamente renovada en parte con aires modernos, sin embargo en ella hay restos de un lejano pasado que debemos recordar.
La iglesia perteneció a la Encomienda de San Juan y se erigió sobre una pequeña elevación, su fábrica es de sillería y consta de dos naves separadas por arcos doblados apuntados. La nave menor que correspondería a la de la epístola tiene un paso a la capilla mayor que es cuadrada a través de un arco semejante a los anteriores y decorados con pinturas vegetales y de cadeneta muy corriente en estas tierras en los finales del siglo XVI. Esta parte correspondería en su arquitectura a la etapa cisterciense, no olvidemos el monasterio de Valparaíso; es la parte más antigua e interesante; su cornisa está decorada con zigzag y canecillos debiéndola fijar a caballo entre el siglo XII y XIII. En el muro norte se conserva una puerta que corresponde al siglo XVI, muestra de los añadidos y restauraciones que este tipo de edificios han sufrido al cabo de los siglos, de la misma manera que en la última restauración la torre añadida y que si responde al momento poco dice de sensibilidad artística, aunque sea un testimonio del momento en que se realiza. Hay un exceso de cemento en lo que fue atrio.
En el interior hay que destacar la pila bautismal, y en el mismo lado del evangelio un retablo en cuya hornacina un crucifijo del siglo XVIII. En la capilla mayor un retablo a la Virgen del Carmen neoclásico y en la predela parte de los nombres de los donantes, María Rubio, Ramona Esteban y José, el resto se ha perdido. El retablo mayor está formado por dos cuerpos y tres calles con columnas y estípites con cuadros sobre lienzos muy deteriorados de la segunda mitad del siglo XVIII. A principios del siglo Manuel Gómez Moreno citaba y reseñó una variada colección de cuadros y tallas que el tiempo se ha llevado.
Lejano pasado
Al norte y como a un kilómetro de Jambrina en los pagos del Canchal o las Marquesas se han encontrado y estudiado materiales cerámicos y líticos del bronce inicial, el horizonte cultural es el mismo que el de las pozas de Cazurra y del Cerro del ahorcado de Madridanos. La cerámica decorada con temas de ondas escobilladas o en peine, tetones y profundas escocías y acanaladuras profundas en los bordes, encontrándose varios coladores. En cuanto el material de hueso, una espátula, una varilla con incisiones geométricas, hachas pulimentadas y sierras. El horizonte es precampaniforme, entre el 2000 y el 1800 antes de Cristo, período calcolítico. Estos datos nos demuestran cómo desde hace miles de años el hombre ha ocupado estas tierras que han ofrecido siempre la generosidad de su fertilidad natural.
Más cerca
Sin embargo a Peleas de Abajo no podemos separarla del fenómeno cisterciense de Valparaíso y así en el Tumbo el Monasterio se conserva una detallada relación de las propiedades que el citado monasterio poseía en Peleas de Abajo o de Yuso. La hacienda la componen 67 fanegas de tierra de pan llevar y un gran prado, estas fincas pertenecieron al deán y cabildo de la catedral de Zamora y de ellos las recibió el monasterio a cambio de otra heredad de tierras de pan llevar que éste tenía en término de Carrascal y San Mamed como consta en escritura pública hecha en Valparaíso entre el escribano y notario público de Zamora, Alfonso Gallego y lleva fecha de 18 de febrero de 1488, entre fray Juan de Treviño, abad del monasterio y su comunidad por una parte y Juan Ramos, maestrescuela de la catedral de Zamora y Juan Vázquez de Mella arcediano de Tineo y canónigo de la misma iglesia en representación del cabildo. El documento lleno de repeticiones y reservas es un modelo de la literatura curialense de su tiempo.
La población durante cuatro siglos
Como viene siendo normal partimos del censo de 1530 en el que Peleas aparece con 58 vecinos, de los cuales 56 son pecheros, los que pagan impuestos, un hidalgo y un clérigo. Ya durante el reinado de Felipe II, el censo que se manda hacer en los reinos nos dice de Peleas: "declaran auer una parroquia y su trato ser hauer pan e vino y hauer un herreo y hay 47 vezinos”, sin embargo en el censo de 1591, también durante el reinado de Felipe II aparecen 71 vecinos. En ese medio siglo que separa el primer censo del emperador Carlos V y el último de su hijo se han producido toda esa serie de vicisitudes de emigración hacia Indias, los tercios con sus levas de soldados y la huida de la población rural, fenómeno importante como consecuencia de lo que hoy llamaríamos "acoso fiscal”, sin embargo se nota una estabilidad poblacional, que no cabe duda marcan las características de sus tierras.
A mediados del siglo pasado (XIX) aparecen 54 vecinos y 210 almas, notándose una importante diferencia con el de 1884 que nos señala 90 vecinos y 378 almas. Estas diferencias son notorias entre los censos oficiales o tomados sin demasiado rigor y los eclesiásticos, más precisos en esta época o por lo menos no mermados. Este hecho nos lo demuestra porque la cifra aproximada va a ser la constante a lo largo de más de medio siglo en el presente; así desde el censo de 1900 hasta el de 1960 los habitantes de Peleas están desde los 388, a los 348 del sesenta, pasando por 393, 338, 336, 337 y 359, notándose cómo en el censo de 1970 la población baja a 275 habitantes, fenómeno que nos explica una emigración interior en la década del cincuenta que alcanza la cifrade 57 personas a las que tenemos que añadir otras siete que emigran hacia el exterior, fenómeno que encaja en las constantes de la población rural española durante estas décadas.
El censo oficial de 1981 nos muestra una pequeña recuperación que bien pudiera ser definitiva dándonos 305 habitantes y, sin embargo, el censo parroquial nos da 210.
Hacia el futuro
Ganando su batalla
Pero hoy, mezclado entre el futuro, Peleas sigue luchando, haciendo suya la eterna lucha del hombre con la tierra y escribiendo una página diaria de trabajo y de esperanza, la que todo hombre que vive agarrado a su tierra espera hasta en el último instante de su vida terrena, haciendo suyo aquel dicho popular de que la esperanza es lo último que se pierde.
Peleas tiene escrito ya su futuro, lo dicen sus gentes, su valle, sus cultivos y el agua que corre escondida y feliz bajo sus cimientos. Ahí está uno de los milagros de su historia de ayer, de hoy y de siempre.
Herminio Ramos Pérez (El Correo de Zamora - 03/09/1989)